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Pese a que CFK sistemáticamente criticó los saltos devaluatorios por las transferencias de riqueza inmediatas que traen aparejados, finalmente dejó sus convicciones de lado y llevó a cabo un salto del tipo de cambio nominal de nada menos que 16% en 2 días. Poco más de dos meses después de la reorganización del Gabinete y el cambio de presidente del Banco Central, se terminó por convencer que la estrategia de la “depreciación en cuotas” era extremadamente costosa en términos de la pérdida de reservas, tanto por el lado de la oferta como de la demanda de divisas.

La intención de sostener el dólar oficial en torno a los $ 8 como nuevo “valor de referencia” y la repentina flexibilización del cepo para intentar domar al blue, combinada con la falta de un plan antiinflacionario creíble, puede exacerbar la dinámica contractiva de las reservas internacionales. Precisamente, ésta fue la razón que llevó al Gobierno a abandonar la estrategia de la depreciación en cuotas y pasar al shock devaluatorio.

Las primeras señales no parecen ser favorables con respecto a la sostenibilidad del nuevo valor de referencia del tipo de cambio. Luego del salto devaluatorio, el Banco Central viene perdiendo reservas a un ritmo de US$ 180 M diarios. Pese a la flexibilización parcial del cepo, la brecha cambiaria volvió a ubicarse en torno al 60%. Y la depreciación esperada por los mercados de futuros del dólar se ubica todavía por encima del 30% anualizada (el mismo valor que en octubre pasado).

Con el cambio de la estrategia cambiaria y el salto devaluatorio el Gobierno deja atrás el gradualismo en materia de política económica, e inicia una nueva etapa en la cual se juega los últimos años de su mandato y, probablemente, su sobrevida política más allá de 2015. Si se mira en perspectiva histórica, lo cierto es que la magnitud de los desequilibrios macroeconómicos (tanto en términos de dinámica inflacionaria, déficit fiscal, déficit en cuenta corriente, endeudamiento, competitividad, nivel de reservas internacionales) es mucho menor que en otras ocasiones traumáticas del pasado y con términos de intercambio que resultan todavía muy favorables.

Para que esta arriesgada apuesta tenga chances de éxito y no se inicie una peligrosa carrera entre devaluación y precios, se requiere una coordinación de la política económica en materia de lucha contra la inflación, moderación del gasto, menor emisión para financiar al Tesoro, tasas de interés reales positivas, coordinación de la pauta salarial, reapertura del financiamiento externo, normalización de la relación financiera con el mundo, etc; que, por distintas razones, el kirchnerismo siempre fue renuente a implementar. ¿Lo hará cambiar el menor margen de maniobra disponible?

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