M

En pocas palabras

  • Las devaluaciones en Argentina son problemáticas en tanto que exacerban conflictos distributivos, en mayor medida que en otros países. Estos conflictos pueden dotar a los precios relativos (relación de precios con otros precios y con los salarios) de una gran inflexibilidad, impidiendo cambios duraderos en la paridad cambiaria y colaborando fuertemente a la inercia inflacionaria.
  • Los salarios informales han caído menos que proporcionalmente que los salarios formales frente a devaluaciones, mostrando que su poder adquisitivo no tiene mayor margen para una reducción. Las devaluaciones licúan en parte los salarios formales (más altos).
  • Si elegimos un año “menos desequilibrado”, por ejemplo 2011, los salarios formales reales fueron un 20% menos que los vigentes.
  • Después de la crisis de 2001, a pesar de la fuerte devaluación (que redujo el poder de compra de los ingresos), los deciles de ingresos que más crecieron fueron los más bajos. Hoy no hay tanto desempleo como para replicar eso pero podría haber traslado al sector formal.
  • La asistencia social debe mantenerse y optimizarse, con énfasis en la educación y acompañamiento de chicos y adolescentes.
  • Aunque su administración sea compleja, debe perseguirse el objetivo de evitar el atraso cambiario y que la remuneración del trabajo formal esté en línea con lo que la economía puede dar (su productividad). Antes de la turbulencia financiera, Argentina tenía los Costos Laborales Unitarios más altos del mundo (excepto Suiza). Países con atraso cambiario, crecen menos.
  • Si se quiere mantener un esquema amplio de seguridad social financiado con impuestos, la competitividad perdida debe encontrarse en un dólar más alto y en salario formales reales más bajos. La alternativa es transitar problemas de balanza de pagos, falta de estímulos productivos, y caída relativa de la productividad (Argentina en los últimos años).

Presentación resumen

Informe Mensual