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Un nuevo mandato presidencial se solapa con un cambio de década. La esperanza de un cambio de tendencia en términos de materia económica es grande. El principal driver del voto de las PASO entendemos que fue el mal desempeño de los resultados de la política económica de estos últimos 4 años. De ahí que un cambio de rumbo se transforma en una demanda social.

Al problema de ‘encender’ la economía se suma la necesidad de despejar el horizonte en materia de endeudamiento. El anuncio del reperfilamiento del ministro H. Lacunza va en la dirección de aliviar los abultados vencimientos que afrontará la próxima gestión, nada menos que US$ 174.000 M. Ese guarismo es impagable con el desempeño macroeconómico que está teniendo el país y menos aún sin acceso a los mercados. Se hace menester modificar el perfil de vencimientos para que la deuda sea atendible. De no hacerlo, nuevamente nos veremos obligados a declararnos en cesación de pagos.

En este informe se presenta un ejercicio acerca de cómo podría funcionar un canje para aliviar el perfil de vencimientos. El objetivo es buscar una ganancia por alivio fiscal de la deuda (debt relief) sin necesidad de realizar una quita explícita de pagar un monto nominal inferior por cada título emitido. Esto, en conjunto con el estiramiento de plazos al FMI, podría reducir sustancialmente la carga de la deuda e incluso la carga de los intereses, dando pie para salir de la complicada situación actual.

Desde luego que no es sencillo. Un canje de deuda (a la griega o a la uruguaya) nunca es amigable: le representa una quita implícita a los tenedores de deuda soberana. Pero es necesario que el canje sea lo más afable posible para retomar acceso al mercado nuevamente y así refinanciar los vencimientos de capital.

Lograr este equilibrio entre quita y posibilidad de acceso a los mercados es sólo posible si el país se compromete a hacer los deberes en materia fiscal y logra canjear la deuda por cupones que el país realmente pueda pagar dada su tasa de crecimiento esperada. La necesidad de crecer es imperiosa. Sin embargo, no sirve cualquier crecimiento. Creemos que este deberá ser liderado por las exportaciones para así generar las divisas necesarias que el país necesita para pagar la deuda y para importar los bienes y servicios que requiere para desarrollarse.

Los pactos o acuerdos políticos son bienvenidos en tanto los actores tengan un diagnóstico similar acerca del rumbo que debe tomar la economía en un futuro para lograr el tan ansiado crecimiento sostenido. Si no existe el compromiso de algunas premisas básicas acerca de la sobriedad con la que se llevará adelante la gestión económica, difícilmente los acuerdos impacten positivamente en las expectativas.

La posibilidad de reestructurar la deuda y aliviar la carga de los intereses para los próximos años es condición necesaria pero no suficiente para crecer. Insistimos en que ese crecimiento no puede volver a ser ficticio en base a atraso cambiario y emisión. Deberá ser a base de corrección fiscal y crecimiento de las exportaciones, la única manera en que el crecimiento pueda ser sostenible.

Despejar el panorama de vencimientos otorgará una ventana donde el próximo gobierno podría tentarse a recurrir a ese crecimiento magro liderado por el gasto público y poca iniciativa privada que deriva a la larga en una deuda impagable o una inflación que licúa los pasivos del sector público pero destruye la economía. Evitar la tentación, que encima tiene rédito político, será la clave del próximo gobierno.

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