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Llegaron las elecciones, y el rótulo de “madre de todas las batallas” vuelve a recaer una vez más sobre la disputa en la provincia de Buenos Aires. No es de extrañar ya que la misma representa el 34% del PBI del país, contiene al 38% de su población total y sus diputados son más del 25% de la Cámara. No pueden caber dudas acerca del peso político que la Provincia conlleva. Sin embargo, esta fortaleza natural tiene como contrapartida una debilidad económica significativa, que hace de su territorio uno de los más problemáticos. Tanto es así que a veces cuesta encontrar racionalidad en los sueños y las peleas de algunos candidatos por llegar eventualmente a gobernarla…
La lectura mediática del lunes 29 dependerá del resultado en la provincia de Buenos Aires, pero los enormes inconvenientes que en ella existen no acabarán ahí sino que se irán profundizando con el tiempo. La senda de déficit que se verifica desde el 2005 muestra un continuo deterioro y llegará este año a los $ 7.700 M, casi un 0,7% del PBI, representando el 90% del rojo consolidado para todas las provincias.
Esta situación es de gran relevancia en cualquiera de los escenarios que las elecciones abran a futuro. De ganar el oficialismo, y casi independientemente de los resultados en otros territorios, pretenderá comenzar a perfilar candidatos propios de cara al 2011. Claramente, Scioli se perfila como el sucesor más natural; y hasta se podría pensar en un kirchnerismo abroquelándose para defender el bastión conquistado. Para ello tendrán que mejorar coyuntural y estructuralmente las finanzas públicas de la Provincia, algo que es sumamente complicado ya que los problemas económicos que arrastra provienen tanto de causas remotas (sucesivas pérdidas con cada nuevo marco relacionado con la coparticipación) como inmediatas (dinámica de los salarios y congelamiento del Fondo del Conurbano) de muy difícil reversión, no sólo por su magnitud sino por las negociaciones políticas que hacerlo implicaría.
Por otro lado, venimos insistiendo desde hace un tiempo que a partir de julio la política va a estar signada por la pelea por recursos entre el Gobierno Nacional y las provincias o, equivalentemente, por el kirchnerismo y el resto de los referentes peronistas para que dicho partido pueda llegar con chances a las próximas elecciones presidenciales. Si el oficialismo pierde el domingo, los tiempos de esa pelea tenderán a acelerarse y la búsqueda de soluciones para la provincia será quizás más complicada y las consecuencias pueden generar una mayor descomposición general.
Por todo lo anterior, entendemos que una buena radiografía del estado actual de la provincia de Buenos Aires resulta de suma utilidad. Los resultados a los que arribamos son preocupantes, en particular porque no vemos en quienes pretenden hacer del territorio bonaerense su centro de poder un diagnóstico profundo y sistémico que les permita anticiparse a la dinámica que entrará en vigencia apenas finalicen los comicios.