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Si bien partiendo desde niveles muy bajos, el kirchnerismo había logrado en los últimos meses una significativa mejora en las encuestas de opinión, que le había devuelto la esperanza de llegar con chances a las próximas elecciones presidenciales. Ayudado por la fuerte recuperación de la economía y una oposición más preocupada por resolver sus cuestiones internas que por consolidar de cara a la sociedad proyectos alternativos de gobierno de cara al 2011, el kirchnerismo pudo recomponer parcialmente su imagen con avances en distintos frentes.

En política exterior se logró una mejora en las relaciones diplomáticas con EE.UU. (motorizada esencialmente por el acercamiento de Brasil a Irán), se avanzó en la resolución del incomprensible conflicto diplomático con Uruguay por la papelera Botnia, se alcanzó un resultado favorable en el canje de deuda a los hold-outs y se nombró como representante en el FMI a una persona con buenos contactos en el mundo de las finanzas (¿acaso con el objetivo de alcanzar un acuerdo en la interminable saga con el Club de París?). Adicionalmente, la gestión exitosa de Kirchner en carácter de presidente de la Unasur como mediador en el conflicto diplomático entre Venezuela y Colombia permitió un posicionamiento equidistante entre Chávez y Santos.

Internamente, el Gobierno logró capitalizar políticamente los festejos por el Bicentenario, la sanción de la ley de matrimonio gay (y el consecuente enfrentamiento con la jerarquía eclesiástica) permitió recomponer parcialmente la relación con el electorado progresista, y se adoptó una postura de aparente moderación en algunas cuestiones políticas internas (se plantearon argumentos fiscalistas para criticar el proyecto de la oposición del 82% móvil, se realizaron tibios intentos de acercamiento con el campo, el inefable Secretario de Comercio Interior había abandonado las primeras planas de los diarios, etc).

Ahora bien, todo lo conseguido pacientemente a lo largo de varios meses se evaporó en menos de una semana con la persecución a empresas del Grupo Clarín (Fibertel y Cablevisión), la asunción de Moyano al frente del PJ bonaerense (que inevitablemente trae reminiscencias ochentistas) antecedida por el bloqueo del sindicato de camioneros a las plantas de Siderar durante más de una semana, y la embestida del Gobierno contra Papel Prensa. En este último caso, todo el relato oficial (que, en el mejor de los casos, lleva a una interpretación forzada de los delitos de lesa humanidad) fue elaborado por la dupla Moreno-Paglieri, ideólogo y ejecutante de la intervención al IPC, y se desmoronó prácticamente al instante cuando se hizo pública la declaración de la principal parte involucrada (Isidoro Graiver, tanto ante escribano público como ante el juez) con respecto a las condiciones en las cuales fue realizada la venta de las acciones de Papel Prensa.

Pese a que las medidas finalmente adoptadas (envío del informe elaborado a la justicia y presentación en el Congreso de un proyecto que declara bien público al papel prensa) fueron más “suaves” de las que habían trascendido inicialmente (intervención o una eventual expropiación), el derrape oficial tuvo el difícil mérito de simultáneamente darle un pretexto a la oposición para mostrarse aglutinada, complicar los apoyos políticos hacia el interior del propio oficialismo, abrir una grieta significativa con el sector empresario (por primera vez la UIA resolvió no asistir al acto en Casa Rosada -por unanimidad-), generar roces diplomáticos con EE.UU. y recibir duras críticas en medios prestigiosos del exterior (por ejemplo, El País o el Wall Street Journal). Para un Gobierno poco propenso a volver sobre sus pasos, queda la incógnita de cuál será la estrategia a adoptar para poder escaparse del laberinto o si, al igual que en ocasión del conflicto agropecuario, optará por redoblar la apuesta contra los medios y el Grupo Clarín.

Más allá del ruido político, la economía sigue creciendo fuerte y cerrará el año con una expansión cercana al 7%. La combinación de políticas macro muy expansivas y un tipo de cambio cuasi fijo redunda en un acelerado proceso de apreciación real como consecuencia del diferencial inflacionario de nuestro país. Dado que no se esperan mayores cambios en la marcha del “modelo económico” para el año próximo, el Informe analiza cuáles son los principales desafíos en materia económica que deberá afrontar a partir de diciembre de 2011 la próxima administración.

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