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Después del duro revés recibido en las urnas, el Gobierno pudo festejar a pleno con el fallo de la Corte Suprema confirmando la constitucionalidad de la Ley de Medios. En buena medida, estos dos hechos implican una reconfiguración de magnitud en el equilibrio político en nuestro país, dado que los dos principales actores que acapararon de forma excluyente la discusión política en los últimos años (el Gobierno y el Grupo Clarín, que había sido elegido como su único adversario) se vieron derrotados en menos de 48 horas.

Fue clave lo sucedido en la provincia de Buenos Aires (donde el massismo ganó por 12 pp), y en particular en el Conurbano Bonaerense (20% de los votos afirmativos en el total país): el FpV obtuvo sólo el 35% (8 pp menos que en 2009), y sólo se impuso en 4 de los 24 partidos del Conurbano. Y a diferencia de lo sucedido aquel año, en esta ocasión no hay evidencias de un “doble juego” por parte de los intendentes. Mejorando dos puntos porcentuales el resultado de las PASO (33,9% en el total país), el oficialismo pudo retener –de forma ajustada- el quórum propio en ambas cámaras, aunque estas mayorías se tornarán volátiles.

El mandato de las urnas ha configurado un nuevo escenario político, en el cual a grandes rasgos parecen emerger tres tercios (el kirchnerismo, el radical-socialismo, y el massismo junto al PJ no kirchnerista) y un cuarto a la expectativa (el PRO). Dentro de los gobernadores con pretensiones de “heredar” el gobierno kirchnerista el gran perdedor ha sido Daniel Scioli, a la vez que salieron fortalecidos Uribarri y Capitanich.

Tanto desde la política como desde la economía, el Gobierno deberá enfrentar múltiples desafíos en los dos largos años de la transición. En materia de la sucesión presidencial, la elección del Gobierno no luce sencilla: sus posibilidades se limitarán a la difícil tarea de intentar la instalación nacional de un candidato “confiable, o bien terminar rindiéndose ante el tantas veces castigado Scioli para mejorar sus posibilidades en 2015.

Con su amplia victoria en el territorio bonaerense, Massa inicia la carrera presidencial desde un muy buen punto de partida, pero el camino al 2015 no estará exento de obstáculos. Además del desafío de sostener toda la expectativa generada desde una simple banca en la Cámara de Diputados, deberá decidir si se arriesga a ir a una gran interna dentro del PJ u opta realizar su armado presidencial por afuera de la estructura partidaria. El espacio de centroizquierda integrado por la UCR, el socialismo y la coalición cívica obtuvo ¼ de los votos en el total país, aunque tiene por delante la difícil tarea de resolver sus diferencias dentro del mismo espacio político para poder ofrecer una alternativa no peronista competitiva en 2015. Por último, el apresurado anuncio de la candidatura presidencial de Macri debe entenderse mucho más como una señal de debilidad que de fortaleza: con el lanzamiento de Massa y la consolidación nacional del espacio amplio de UNEN, la aspiración de contar con una estructura nacional que apuntale sus aspiraciones presidenciales luce por demás compleja.

La gran incógnita es cómo reaccionará el Gobierno en los dos largos años de la transición, escenario que se agrava por la ausencia de CFK  y sin una fecha cierta de retorno. La señal principal para anticipar cómo será la dinámica política hasta diciembre de 2015 dependerá de la reestructuración de gabinete que realice el Gobierno: los resultados serán muy distintos si convoca a gobernadores o intendentes de peso en un giro tácito de mayor apertura hacia la estructura del peronismo para ganar en volumen político y cintura negociadora, o si distintamente decide recostarte aún más en los leales y los referentes de la Cámpora.

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