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El Gobierno consiguió ganar tiempo al lograr que la oposición no alcanzara el quórum en la Cámara de Diputados para votar la Ley Antidespidos. Fue clave para ello el rol que jugó el Frente Renovador de Sergio Massa. También a él le permitió volver a aparecer como el principal opositor del Gobierno. Lu-gar que pareció haber perdido en manos de Cristina Kirchner a partir de las marchas en su apoyo cuando fue citada a decla-rar a mediados de abril por la causa de dólar futuro

El Gobierno tiene minorías en ambas Cámaras y esto repre-senta una debilidad. Quedó demostrado que no es extrapola-ble el apoyo alcanzado en el acuerdo con los holdouts. Pero también es evidente que lo beneficia la ausencia de un líder claro en la oposición que aglutine a todas las fuerzas.

La economía se encuentra en su peor momento: fuerte caída de la mayoría de los indicadores líderes, inflación anual cerca del 40%y una tasa de interés tan alta que en Argentina se ob-tiene en un mes una rentabilidad equivalente a la que en el resto del mundo podría llevar 3 años. La sociedad percibe que es un año de ajuste cuando la realidad determina que la polí-tica fiscal está siendo expansiva. En paralelo Brasil vive un 2001 argentino en cuotas. Con muy poco y sin apoyo en las calles, Dilma fue removida “temporalmente” del cargo. El Go-bierno Nacional apuesta a que la economía se reactive a partir del crecimiento de la inversión. Por eso la importancia de que no saliera la Ley Antidespidos ya que sería una dura señal para el inversor. La economía reanimada es la principal herra-mienta que cuenta el Gobierno para ganar las elecciones de 2017.

En este informe analizamos las dificultades estructurales y co-yunturales que tiene apalancar el crecimiento económico a partir del financiamiento de la inversión con endeudamiento externo. Concluimos que no hay antecedentes de procesos de

desarrollo exitosos basados únicamente en políticas moneta-rias o cambiarias. El progreso económico depende del trabajo productivo y la austeridad. Y esto requiere equilibrio fiscal y baja inflación.

El punto de partida actual indica que el logro de esos objetivos debe hacerse de manera gradual. La apertura de la economía financiada con endeudamiento externo permitió en el pasado crecer en el corto plazo. Acelerar su alcance puede implicar un atajo que provoque una situación no deseada en el futuro.

En el extremo hay dos caminos: uno financiero y otro estruc-tural. Se puede utilizar el financiero, pero es inevitable atacar lo estructural. El Gobierno enfrentará las tentaciones para apelar al endeudamiento y la apertura comercial para crecer rápidamente. Y mucho más teniendo en cuenta que tiene mi-noría en el Congreso y elecciones el año que viene.

El país necesita otros tiempos para no repetir los errores del pasado. Y es acá donde se genera una grieta con los tiempos que promete el Gobierno. Debería ser un período de reformas y de recuperación de instituciones para no repetir los vicios del pasado: sistema tributario y previsional, coparticipación, distribución de gastos Nación-provincias, saneamiento cuen-tas fiscales, infraestructura productiva, productividad laboral, estadísticas públicas, etc. Priorizar el crecimiento de corto plazo sin atender las cuestiones estructurales que afectan la competitividad del país, no será más que la adopción de un nuevo atajo.

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