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La economía argentina se estanca y la falta de un horizonte de previsibilidad acota los márgenes de la política económica. El descrédito del Indec, la estatización de las AFJPs, medidas como el blanqueo de capitales y la moratoria tributaria, las dudas respecto al cumplimiento del Programa Financiero, y la modificación de las cartas orgánicas del BCRA y del Banco Nación han sembrado la desconfianza en los agentes económicos.
Así, la política fiscal se encuentra hoy inmersa en el dilema de la “frazada corta” –o se impulsa en serio la actividad o se pagan los vencimientos de deuda-. La capacidad de la política monetaria encuentra su límite en la caída de la demanda de dinero, con el riesgo de que la inyección de pesos en la economía se vaya a la compra de dólares.
Algo similar ocurre con la política cambiaria. Una depreciación del tipo de cambio –en un contexto en que todos los competidores de Argentina han devaluado y cae el precio de los commodities que exportamos- ayudaría a las empresas a sostener su producción y sus fuentes de trabajo. Pero un salto abrupto en el tipo de cambio generará expectativas de subas posteriores y una salida importante del peso.
Durante el conflicto con el campo y la estatización de las AFJPs, la sociedad argentina ratificó que está muy “entrenada para correr” cuando el marco general es incierto y especialmente cuando el ruido proviene del ala política. Esta conducta no es más que la consecuencia natural de una historia de crisis recurrentes, ya sea en sus versiones de maxi-devaluaciones, default, congelamiento de depósitos o varias de ellas simultáneamente. Prácticamente todas las generaciones actuales de ahorristas/inversores han vivido -en promedio- una crisis cada 5 años desde 1975 a esta parte.
Dada esta situación, en el presente informe realizamos un análisis prospectivo de lo que puede suceder con el tipo de cambio. Hemos planteado dos escenarios. El primero de ellos supone que el BCRA podrá mantener el control del tipo de cambio y evalúa los incentivos y temores que tiene el Gobierno para su manejo. El segundo –con una probabilidad de ocurrencia menor- supone un escenario pesimista en el cual, ante la falta de resultados de las medidas que va tomando, el Gobierno vuelve a utilizar instrumentos que hacen mella en lo institucional y disparan una corrida financiera y cambiaria. En este ejercicio, el objetivo perseguido es el de evaluar cual sería el límite razonable del dólar en dichas circunstancias.