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El oficialismo sufrió un duro traspié en las PASO: después de arrasar en las elecciones presidenciales apenas dos años atrás, sumando a los aliados obtuvo un respaldo del 31% en el total del país. Este porcentaje es prácticamente idéntico al logrado en 2009, aun cuando en aquel año se produjo una recesión superior al 3% del PBI, una fuerte sequía que provocó una caída del 30% de la cosecha de soja y un brote de Gripe A. El kirchnerismo ampliado tuvo un drenaje de 3,8 millones de votos con respecto a 2011, la mitad de los cuales los perdió en la provincia de Buenos Aires. La escisión de Massa resultó clave en este sentido: su Frente Renovador le sacó 6 puntos porcentuales de ventaja en el Conurbano.
Esta derrota tiene distintas implicancias. Por lo pronto, y como habíamos adelantado oportunamente, hace evidente que el sueño reeleccionista es una quimera. En materia legislativa, la baja cosecha electoral deja al oficialismo al filo del quórum en ambas cámaras, especialmente en la de Senadores. Con un respaldo popular menguado, un gobierno con fecha de vencimiento y el surgimiento de liderazgos alternativos hacia el interior del peronismo, requerirá un gran esfuerzo político mantener cohesionado el heterogéneo frente interno hasta el 2015.
Si bien el kirchnerismo pudo recomponerse con creces después del golpe electoral de 2009, el panorama ahora luce muy distinto. La apuesta de CFK de ganar “sola” las elecciones presidenciales entrañaba grandes riesgos por ser inherentemente procíclica: daba un enorme margen durante la bonanza, pero en tiempos de malaria electoral la responsabilidad iba a recaer íntegra sobre sus espaldas. Lejos de alterar este esquema de construcción política, las primeras señales después de las PASO van en el sentido de ratificar lo actuado y mantener el statu quo de la gestión.
De cara al 2015 CFK se enfrenta a su desafío más complicado: cómo combinar la apuesta de “profundizar el modelo” y reconstituir el poder político, pero con una economía en cámara lenta, vedada la posibilidad de la re-reelección, con el surgimiento de liderazgos alternativos hacia el interior del PJ, y una mayoría parlamentaria muy ajustada y volátil.