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Sinopsis
Pasaron 15 minutos del primer tiempo de un partido de fútbol. Falta mucho, pero ya puede hacerse una lectura de cómo se está desarrollando el juego. La economía que he-redó el Gobierno es muy compleja y la resolución simultánea de todos los desequilibrios económicos es imposible en el corto plazo. La situación era de una emergencia extremadamente grave y el Gobierno evitó que se transformara en una crisis.
La “desventajas” de haberla evitado es que las crisis le dan más margen de maniobra al gobierno porque la gente ya vivió lo peor dejándole el camino allanado a la nueva administración. Ahora todas las medidas que toma el Gobierno son difíciles y costosas para la sociedad. A ello hay que sumarle las dificultades que presentó la transición.
Otro de los cambios que se observan es que pasamos de un Estado muy político a uno excesivamente técnico. Es casi una reacción natural teniendo en cuenta de dónde se venía, pero hubiese sido mejor buscar un equilibrio. Hay una mayor apertura y diálogo interno, pero la coordinación carece de definiciones o al menos se encuentra ausente a la hora de la comunicación hacia la sociedad y hacia el interior del gabinete. Esto genera dos problemas: no hay una línea argumental única y se coloca al Presidente a cargo de todas las decisiones políticas. Es una especie de “Nestorismo con apertura” con el costo de hacerse cargo de anunciar noticias antipáticas.
El Gobierno empezó el partido como un equipo que necesita dar vuelta el resultado y lo logra rápidamente: sale con todo a la cancha, ataca al rival, se encuentra con un gol a favor en los primeros minutos de juego y luego se re-laja cuando aún falta muchísimo para terminar el partido ya que lo que parecía difícil se resuelve más rápido de lo pensado. Quizás esta facilidad llevó a no hacerle explícita a la sociedad la tremenda herencia recibida y que todavía quedaban cuestiones que iban a requerir de un mayor esfuerzo. Hubo un error en el diagnóstico de la situación he-redada. Primero, sin tener un panorama acabado se fijaron metas fiscales y de inflación muy difíciles de cumplir. En segundo lugar, se eligieron excesivamente rápido a los primeros ganadores. Todo ello llevó a tener un discurso concentrado en el segundo semestre, con lo que implican la economía y los tiempos en Argentina.
La sociedad fue contemplativa y entendía que debían hacerse correcciones. Como algunos árbitros, no amonestan en los primeros minutos y dejan pasar alguna “pierna fuerte”. El desafío que planteaba la herencia no era sólo la cantidad de inconsistencias de la macro sino también la interrelación de todas las variables. Esto último requería de una coordinación macro consistente. Sin embargo, el Gobierno fue apagando los incendios con varios bomberos a la vez. Cada bombero con su autobomba y focalizado en su objetivo. El problema es que por extinguir el fuego de un edificio se fueron las llamas al de al lado o se dejó sin presión de agua alguna manguera. El resultado es que las medidas económicas afectaron fuertemente a la actividad, no lograron contener la inflación y las expectativas se van deteriorando de poco.
En 2017 vemos a la economía en modo electoral. El Gobierno cree que es clave llegar a las elecciones con los indicadores de crecimiento en signo positivo. Pero este objetivo es incompatible con la reducción del déficit fiscal. Ejemplo de ello es el Programa de Reparación Histórica que implica un esfuerzo fiscal anual de casi 2% del PBI. Para poder crecer el año que viene al 3% se necesita apalancar la economía con más gasto público y financiamiento externo.
A comienzos de año el Gobierno se mostró más gradual de lo anunciado en campaña. Crecer en 2017 tendrá el costo de postergar la corrección de algunas inconsistencias macro. Este cambio de prioridades podría ser el reflejo de que sigue sin haber una posición unificada de la estrategia de mediano plazo.
Los saluda cordialmente,