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A diferencia del año pasado, enero fue un mes tranquilo en materia de novedades políticas. El dato saliente lo aportó la UCR, que definió orgánicamente que realizará la pre-elección interna –abierta para no afiliados a otros partidos- el 30 de abril para definir entre Alfonsín y Sanz el precandidato presidencial que, eventualmente, competirá con Cobos en las internas abiertas, obligatorias y simultáneas del 14 de agosto. Precisamente, la resistencia de Cobos a participar en esta pre-interna y su indefinición con respecto a su propia candidatura ha generado un progresivo corrimiento de dirigentes partidarios en favor de Sanz. Si bien todavía falta la definición de Cobos, es muy probable que el adelantamiento en el tiempo de la candidatura presidencial le permita a la UCR dar una imagen de mayor cohesión de cara a la sociedad y polarizar la discusión política con el Gobierno. Distintamente, el peronismo federal sigue enfrascado en las idas y vueltas asociadas al mecanismo de definición de su candidato presidencial.
Como mencionamos desde un principio, el tan mentado “pacto social” quedó trunco aún antes de nacer. Sin un compromiso explícito por parte del Gobierno en materia de lucha contra la inflación, tanto los sindicatos como los empresarios tenían mucho para perder y poco para ganar: los primeros por cerrar una pauta muy por debajo de la inflación efectiva (con el consecuente deterioro del salario real) y los segundos por ser acusados como los responsables de una eventual aceleración inflacionaria (máxime con la interpretación reduccionista del Gobierno en materia inflacionaria). Mientras tanto, el principal gesto del Gobierno en materia inflacionaria fue la sugerencia del ministro de Economía de “caminar” para encontrar los mejores precios. En este contexto, todo se coordina para que la inflación de 2011 se termine ubicando en el rango 25%-30%.
Una de las múltiples consecuencias de la inflación es que achica el horizonte de planeamiento del sector privado y limita sensiblemente el potencial de crecimiento del financiamiento y de los plazos respectivos. En la Argentina, las recurrentes crisis macro han moldeado un sector financiero que es subdesarrollado aún entre los subdesarrollados. Luego del descalabro del 2001, el sistema financiero argentino se recompuso de forma sorprendentemente rápida y parecían darse todas las condiciones para un aumento de la profundidad a niveles más “normales”. Sin embargo, la aceleración inflacionaria a partir de 2007 le puso un techo demasiado bajo al crecimiento del sector. Actualmente tenemos un sistema financiero muy sólido y líquido pero que presta poco y a corto plazo. El informe realiza un análisis detallado de la situación actual de los bancos en la Argentina, del rol que cumple la banca pública y de las alternativas para revertir las limitaciones actuales.