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El kirchnerismo sufrió duros reveses en las elecciones recientes en la Capital Federal y Santa Fe. Pese a que la proyección nacional de los resultados es más bien acotada (por lo pronto, el principal beneficiado de los resultados recientes no cuenta con candidato a presidente propio), sí dejó en claro que, lejos de la percepción que quiso instalar el oficialismo, las elecciones de octubre no están definidas de antemano ni serán un paseo.

El principal ganador de los comicios santafesinos fue Del Sel (junto con Macri, el inventor de su candidatura) que con un notable segundo puesto quedó a sólo 3,6 pp de quedarse con la gobernación. Los otros contendientes sufrieron magullones de distinta gravedad. Para el socialismo implicó la pérdida de 13 pp con respecto al resultado obtenido en 2007 y la derrota a manos de María Eugenia Bielsa en las legislativas, que lo obligará a gobernar con minorías parlamentarias. En el caso de Rossi, quedó relegado por Del Sel al 3er puesto (con sólo el 22,8%) y apenas pudo conservar poco más de la mitad de los votos que recibió el conjunto del peronismo en las internas abiertas. Para saber cuánto de la diferencia entre Rossi y Bielsa (15 pp) se explica por las particularidades de la boleta única y cuánto por un posible “castigo” de la estructura del PJ santafesino al kirchnerismo deberá esperarse a las próximas elecciones nacionales.

En la Capital Federal el kirchnerismo se expuso inútilmente a una nueva derrota en 21 días, cuando la diferencia de la primera vuelta era a todas luces irreversible. Con el 35,8%, Filmus quedó 3,3 pp por debajo de lo obtenido en la segunda vuelta en julio de 2007; en octubre de aquel año CFK obtuvo el 24% de los votos en las presidenciales en la CABA. Distintamente, Macri disfruta de haber sido reelecto con mayor caudal de votos de los obtenidos en 2007, a la vez que astutamente insta al PRO a dar mini-apoyos territoriales a distintas expresiones de la oposición, que es la forma más elegante de no apoyar a ninguno.

El cronograma electoral sigue en Córdoba (que luego de la ruptura con De la Sota el kirchnerismo mirará desde la tribuna) para culminar el 14 de agosto con la primaria abierta y obligatoria, que servirá como un indicador objetivo de dónde se encuentra parado cada candidato y que puede articular algunos acuerdos en la oposición de cara a octubre. Probablemente con la cabeza en las primarias, el kirchnerismo dio algunas señales mínimas de distensión: sorprendió con un llamado de felicitación a Macri y, después de no haber recibido a Rossi en Olivos (a diferencia de Bielsa y Perotti), aportó una mayor presencia gubernamental en el bunker de Filmus una vez conocida la derrota. ¿Cambio de estrategia después de las duras derrotas sufridas? El tiempo dirá.

Mientras la discusión pública en nuestro país se encuentra dominada por la secuencia eleccionaria, el mundo desarrollado volvió a dar malas noticias: apenas 14 meses después, fue necesario un nuevo paquete de rescate para alejar, al menos momentáneamente, a la economía griega del precipicio. Por si esto no aportara suficiente ruido, demócratas y republicanos se embarcaron en una inverosímil discusión presupuestaria que puso al país al borde del default y que terminó zanjándose al filo de la campana. Se trata de señales evidentes de que la crisis financiera está muy lejos de haber quedado atrás. Teniendo en cuenta que, producto de no haber enfrentado los problemas oportunamente, los colchones con que operaba la economía argentina se han ido achicando aceleradamente, vale la pena analizar cuáles podrían ser los impactos sobre los países emergentes (y sobre la Argentina en particular) de un empeoramiento del contexto internacional.

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